El certificado de matrimonio de Adolf Hitler y Eva Braun

El 29 de abril de 1945, un día antes de suicidarse ambos, Adolf Hitler y Eva Braun contrajeron matrimonio.

En el certificado constan las firmas de Adolf Hitler y Eva Braun, de los testigos Joseph Goebbels y Martin Bormann, y del oficiante de la ceremonia Walter Wagner. Los contrayentes declararon ser de pura ascendencia aria.

Puede observarse el descenso o caída habitual de la firma de Hitler. Como curiosidad véase que la recién Sra. Hitler, llevada por la costumbre, cometió el error de estampar tras su nombre la “B” de Braun, que tacha, añadiendo “Hitler” seguido de “geb (nacida) Braun”.

Probablemente sean los dos últimos autógrafos de la pareja. Ese mismo día, unas horas antes, Hitler firmaba también dos testamentos escritos a máquina, uno privado y otro político.

El 1 de mayo, Joseph Goebbels y su esposa, emulando a Hitler, se suicidaron en el Führerbunker, no sin antes terminar con la vida de sus seis hijos.

El notario Walter Wagner murió pocos días después a consecuencia de un disparo proveniente de las fuerzas rusas que asediaban Berlín.

Respecto al destino de Bormann, buscado durante décadas, hubo muchas especulaciones hasta que en 1972 pruebas forenses determinaron que unos huesos desenterrados en la capital del Tercer Reich le pertenecían.

Fuentes: thirdreich – certificado Hitler – los arcanos negros de Hitler M. Bormann – W. Wagner

Grafoanálisis en la empresa, en el MBA de la UC

El pasado 25 de abril, invitada en el Master en Administración de Empresas de la Universidad de Cantabria, impartí dentro del programa del postgrado una sesión sobre El grafoanálisis como herramienta de evaluación y selección de personal.

http://rrhh-seleccion-orientacion.blogspot.com.es/2013/04/el-grafoanalisis-en-el-mba-de-la.HTML

http://es.calameo.com/read/000678662e82f020118f2

Evidencias manuscritas en cuatro causas criminales. Revista el perfilador.

Ya ha salido la Revista El perfilador nº 8.
Enhorabuena SEIPC! Las aportaciones de los compañeros son interesantísimas.
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He tenido el placer de colaborar con el artículo Evidencias manuscritas en cuatro causas criminales.
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Describo cuatro causas criminales en las que el peritaje caligráfico y/o grafopsicológico fueron determinantes como prueba inculpatoria en delitos de asesinato. En los cuatro casos se sentaban en el banquillo féminas de personalidad fría y manipuladora.
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Tres de los sucesos son recientes, dos españoles y uno norteamericano, con gran repercusión en los medios. El cuarto, más alejado en el tiempo y ocurrido en Inglaterra, pasó a los anales criminológicos internacionales porque la mano autora de la tragedia era aún la de una niña.
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Carta de despedida de Virginia Woolf

En el aniversario de la muerte de Virginia Woolf, adjunto la carta de despedida dirigida a su marido (un canto de amor) antes de abandonarse en las aguas del Ouse.
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«…creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas…sé que …estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar…te debo toda la felicidad…»
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Su padre, historiador y crítico, y su madre, modelo de pintores prerrafaelitas, le educaron en una ambiente literario e intelectual. Con el repentino fallecimiento de su progenitora, empezaron los primeros síntomas de su enfermedad.
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Juan Huarte de San Juan

Juan Huarte de San Juan es el Patrón de la Psicología en España, y por estas fechas celebramos la festividad, recordando la primera edición, en 1575, de su obra “Examen de ingenios para las ciencias”, precursora de la ciencia moderna y duramente criticada por la Santa Inquisición.

Bien merece leer las explicaciones sobre la importancia de esta obra:

http://www.psicothema.com/psicothema.asp?id=895

San Valentín

Dicen que en el siglo III, el emperador romano Claudio II prohibió la celebración de matrimonios, con el argumento de que los solteros eran mejor soldados, al tener menos ataduras.
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Según la leyenda, el obispo Valentín, considerando el decreto injusto, comenzó a casar a las parejas de forma clandestina. Descubierta la insubordinación del sacerdote, Claudio ordenó que lo encarcelaran y  decapitaran. Mientras esperaba la muerte, el oficial Asterius quiso ridiculizarlo retándole a que devolviese la vista a su hija Julia, nacida ciega. Y Valentín obró el milagro. Fue ejecutado el 14 de febrero y en su tumba, Julia a modo de agradecimiento plantó un almendro.
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Larra

El 13 de febrero de 1837, José de Larra se voló la cabeza de un pistoletazo. Estaba cerca de cumplir 28 años. Esa misma tarde, el amor de su vida, Dolores Armijo, le había visitado para recoger unas cartas comprometedoras. Era el último adiós. Había decidido volver con su marido.

Al desconsuelo amoroso de su vida privada, se unía la decepción sufrida en la vida pública. Acababa de experimentar un fracaso político. Su esfuerzo reformador a favor de una España moderna se había truncado, y su inicial mirada crítica y mordaz sobre los males del país fue derivando en un progresivo escepticismo pesimista y desesperanzador.

La agitada vida y la muerte de Larra cumplieron los cánones del romanticismo. Se cuenta que de estudiante se enamoró de una mujer que le doblaba la edad, pero el dolor no se produjo porque la dama no le prestara atención, sino al descubrirse que era la amante de su padre. A los 20 años contrajo matrimonio con Josefina Wetoret, una joven de la burguesía madrileña, que le dio tres hijos, pero no la felicidad. En 1831, tras algún otro escarceo amoroso, conoció a la bella Dolores, mujer casada, sevillana, con la que mantuvo una relación apasionada, tensa e intermitente, con trágico final.

En el entierro, un joven Zorrilla le dedicó a Larra una sentida elegía. Apenas unos meses después, Dolores Armijo perdía también la vida. Había embarcado rumbo a Filipinas donde le esperaba su marido, pero el barco naufragó en el Cabo de Buena Esperanza.

 

Boris Karloff en Frankenstein

El británico William Henry Pratt (23 noviembre 1887 – 2 febrero 1969) abandonó la carrera diplomática en la que se estaba formando para entrar en el mundo de la interpretación. En EEUU se dio a conocer con el nombre de Boris Karloff.
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Este es el contrato del actor con la Universal Pictures Corporation, para interpretar a Frankenstein (1931). La película le lanzó al estrellato.
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Bela Lugosi, que recientemente había personificado a Drácula con gran éxito, rechazó el papel de Frankenstein alegando que no le interesaba interpretar, escondido bajo el maquillaje, a un personaje sin diálogos.
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Cyrano de Bergerac

Un 27 de diciembre de 1897 se estrenó Cyrano de Bergerac en el teatro parisino de la Porte-Saint-Martin y desde entonces no ha dejado de cosechar triunfos.

Dejo este magnífico fragmento, rindiendo honores a las palabras que Rostand pone en boca del cautivador Cyrano:

«Y qué tengo que hacer?
¿Buscarme un valedor poderoso, un buen amo, y al igual que la hiedra, que se enrosca en un ramo buscando en casa ajena protección y refuerzo, trepar con artimañas, en vez de con esfuerzo?
No, gracias.
¿Ser esclavo, como tantos lo son, de algún hombre importante? ¿Servirle de bufón con la vil pretensión de que algún verso mío dibuje una sonrisa en su rostro sombrío?
No, gracias.
¿O tragarme cada mañana un sapo, llevar el pecho hundido, la ropa hecha un harapo de tanto arrodillarme con aire servicial?
¿Sobrevivir a expensas de mi espina dorsal?
No, gracias.
¿Ser como ésos que veis a Dios rogando –oh, hipócritas malditos– y el mazo dando? ¿Y que, con la esperanza de alguna sinecura, atufan con incienso a quien se les procura?
No gracias.
¿Arrastrarme de salón en salón hasta verme perdido en mi propia ambición? ¿O navegar con remos hechos de madrigales y, por viento, el suspiro de doncellas banales?
No gracias.
¿Publicar poniendo yo el dinero de mi propio bolsillo?
Muchas gracias, no quiero.
¿Hacerme nombrar papa en esas chirigotas que en los cafés celebran, reunidos, los idiotas?
No gracias.
¿Desvivirme para forjarme un nombre que tenga el endiosado lo que no tiene de hombre?
No, gracias.
¿Afiliarme a un club de marionetas? ¿Querer a toda costa salir en las gacetas? ¿Y decirme a mí mismo: no hay nada que me importe con tal de que mi ingenio se cotice en la Corte?
No, gracias.
¿Ser miedoso? ¿Calculador? ¿Cobarde? ¿Tener con mil visitas ocupada la tarde? ¿Utilizar mi pluma para escribir falacias?
No gracias, compañero. La respuesta es: no gracias.

Cantar, soñar, en cambio. Estar solo, ser libre.
Que mis ojos destellen y mi garganta vibre.
Ponerme, si me place, el sombrero al revés,
batirme por capricho o hacer un entremés.
Trabajar sin afán de gloria o de fortuna.
Imaginar que marcho a conquistar la Luna.
No escribir nunca nada que no rime conmigo y decirme, modesto:

ah, mi pequeño amigo, que te basten las hojas, las flores y las frutas,
siempre que en tu jardín sea donde las recojas.
Y si por suerte un día logras la gloria así,
no habrás de darle al César lo que él no te dio a ti.
Que a tu mérito debas tu ventura, no a medra,
y en resumen, que haciendo lo que no hace la hiedra,
aun cuando te faltare la robustez del roble,
lo que pierdas de grande, no te falte de noble.

EDMOND ROSTAND