Desde 1901, excluidos los dos periodos correspondientes a sendas guerras mundiales, cada 10 de Diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel, se otorgan los premios que llevan su nombre.
Este químico sueco (1833-1896), hijo de un ingeniero del que heredó la pasión por la tecnología, dedicó su vida a la investigación en el campo de los explosivos. Patentó sus numerosos descubrimientos, entre ellos la dinamita, y creó compañías y laboratorios por toda Europa para su fabricación y comercialización.
En una época fecunda en construcciones portuarias y ferroviarias y en extracciones minerales, gracias a Nobel la indómita e insegura nitroglicerina fue sustituida por controladas detonaciones de dinamita. Sus experimentos contribuyeron así a la reducción de accidentes y al progreso en los campos de la ingeniera y minería, si bien alimentaron igualmente la industria militar y de defensa.