“Los escritores que escriben a mano, y que son más de lo que uno se imagina, defienden su sistema con el argumento de que la comunicación entre el pensamiento y la escritura es mucho más íntima, porque el hilo continuo y silencioso de la tinta hace las veces de una arteria inagotable”.
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Con este bello párrafo comienza Gabriel García Márquez su célebre artículo El amargo encanto de la maquina de escribir, publicado en 1982, el mismo año que ganó el premio Nobel.
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Os invito a leerlo: http://elpais.com/diario/1982/07/07/opinion/394840813_850215.html
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Fotografía de la Biblioteca Nacional de Colombia
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